Testigos de una realidad transcendente poseedores de un lenguaje pétreo que se repite infinitamente. Contenedores-icono de un mensaje espiritual que toma como carne el mineral y como voz las luces y sombras que lo medelan. Un homenaje a la comunicación con lo superior, más allá de los sentidos.

Viniste a mi mecida por el viento, con un gesto en el presente y una palabra en el recuerdo.

Una reducción a lo esencial, que despoja al objeto de todo elemento supérfluo y es modelado por un espacio circundante, puro e infinito.

El Todo tiene su origen en un sueño recurrente.​ Quizá a modo de catarsis me planteé dar forma a estos episodios nocturnos, en un intento por describirlos y a la vez deshacerme de ese momento angustioso en el que la suave pleamar cobra el aspecto de una vehemente tempestad haciéndose cada vez más y más virulenta.

Gérmen de la tormenta, de todo lo confuso y visceral. Con su efímero gesto a modo de danza se manifiesta ante nuestros ojos, desplegando todo su poder e intención, y en apenas segundos, nos conduce a la más espesa y tranquilizadora quietud.

Sinfonías de luz que modelan las frías estructuras urbanas que aún, con cierto esfuerzo, van escapando poco a poco de la oscuridad. En complicidad con las sombras, las luces se alzan como parte indispensable en una relación simbiótica entre ambas. Materia y antimateria, en un equilibrio dinámico y necesario.

Humedales, turbera y "Ruta del Mamut" en el municipio de Padul, Granada. Parada obligada de aves migratorias y antiguo yacimiento arqueológico

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